No todos los problemas de lactancia vienen derivados de la anquiloglosia, ni mucho menos. Ni todos los frenillos se intervienen, pero si que hay que valorarlos, ya que además, la anquiloglosia no sólo puede afectar a la lactancia materna, sino que puede afectar a la respiración, deglución o dicción, entre otras.

Parece que el tema de los frenillos y anquiloglosia es una moda hoy en día, y no es que sea una moda como tal, sino que hoy en día se habla más de ello porque antes no se tenían en cuenta y muchas mujeres abandonaban la lactancia o tenían problemas sin saber la causa y hoy en día se tiene en cuenta y se intenta corregir la causa para que la lactancia sea exitosa.

Hay algunas señales que nos pueden indicar que hay una anquiloglosia, ya que no siempre se ve a simple visto, y no es fácil de diagnosticar.

No quiere decir que siempre que haya alguna de estas señales el bebé tenga una anquiloglosia, pero si que habría que descartarla:

– Dolor al amamantar.
– Grietas en pezones.
– Ingurgitaciones mamarias frecuentes.
– Mastitis de repetición.
– Tomas muy frecuentes o muy largas.
– Ganancia de peso inadecuada.
– Retrognatia en el bebé (barbilla corta).
– Lengua en forma de corazón cuando intenta sacarla.
– El bebé no eleva la lengua cuando llora y se puede ver en forma de cuchara.
– El bebé duerme con la boca abierta.
– El bebé tiene muchos gases.
– El bebé se atraganta constantemente porque no gestiona bien la leche que sale del pecho.
– El bebé chasquea al succionar.
– Hundimiento en mejillas cuando el bebé mama (como si estuviera tomando de una pajita).
– Paladar ojival (abovedado).
– Cuando el bebé abre la boca la lengua o boca, la podemos ver asimétrica.

Y recuerda que si tienes problemas con la lactancia, acude a un especialista en lactancia que pueda ayudarte y puedas disfrutar de tu bebé 👶🏼.

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